La semana pasada terminó el primer año ordinario de la LXI Legislatura. Un año que figuraba como trascendental para el país, especialmente por una nueva composición en la Cámara Baja, voluntad entre los partidos políticos para construir acuerdos; así como la realización de costosos foros donde supuestamente se tomarían en cuenta las opiniones de los expertos en la materia para el dictamen final.
Al hacer un corte de caja se concluye que el atraso en el trabajo legislativo es evidente, durante el primer año de Legislatura no se logró aprobar ninguna de las reformas de gran calado para el desarrollo y seguridad del país, y sólo pasaron pequeños fragmentos de los grandes proyectos.
Al hacer un corte de caja se concluye que el atraso en el trabajo legislativo es evidente, durante el primer año de Legislatura no se logró aprobar ninguna de las reformas de gran calado para el desarrollo y seguridad del país, y sólo pasaron pequeños fragmentos de los grandes proyectos.
La falta de voluntad de los legisladores para construir acuerdos, así la confrontación entre el Senado de la República y la Cámara de Diputados, debido a que los diputados decidieron posponer para el próximo periodo la discusión de diversas minutas, entre ellas elevar a rango constitucional los derechos humanos y reformas en materia de seguridad pública, la molestia fue evidente a tal grado que el presidente de la mesa directiva del Senado, Carlos Navarrete, optó por no recibir más dictámenes provenientes de la Cámara Baja durante el transcurso de la última sesión.
Pero, ¿qué nos dejaron de lo que prometieron y se esperaba de ellos? Un primer punto que debemos atender y que no se debe dejar de lado es la realización de diversos foros de debate con un alto costo económico, pero sobre todo con pocos resultados para tomar en cuenta en los dictámenes finales.
La reforma política que establece la reducción en la integración de legisladores en el Congreso de la Unión, reelección para diputados federales, locales y presidentes municipales y una ley de partidos políticos, fue sin duda la mayor promesa sin cumplir, pues después de que el Presidente presentara su reforma política todos los partidos presentaron un proyecto de reforma política, algunos hasta dos distintos, pero absolutamente nada salió de ello.
Otro ejemplo de lo prometido fue la reforma energética, que incluía reformas a la Ley de Pemex en especial para elevar la producción petrolera en el país. La reforma laboral, para facilitar el acceso al mercado laboral y la creación de empleos además de contribuir a fortalecimiento de la transparencia y democracia sindical. En el tintero quedó también la Ley Federal de Telecomunicaciones y de Contenidos Audiovisuales, presentada en ambas cámaras.
Y finalmente la reforma hacendaria, que garantizaría la gradual despetrolización de las finanzas públicas. Ninguna de ellas fue considerada. En materia de seguridad pública, solamente se abordaron dos proyectos a medias: primero, la Ley de Seguridad Nacional, cuyo objetivo principal era regular la estadía del Ejército en labores de seguridad interna; sólo se aprobó la parte correspondiente a la Ley Antisecuestro (seguramente por fines electorales).
Otro importante asunto, como lo es el fuero militar, que permitiría modificar el artículo 57 del Código Militar para permitir que los militares que violen la ley sean juzgados como civiles cuando realizan labores de la misma índole, se dejó para el siguiente periodo ordinario de sesiones.
¿Entonces? Lo de siempre, los partidos políticos a través de sus miembros en el Congreso, dieron al traste con el avance del país en materia legislativa. A’i pa’ la próxima. JAV
1 comentario:
Los mexicanos tenemos la culpa por mantener a estos 500 zánganos, tenemos que empezar por reducir el número de ratas en el congreso y luego exisgirles más. No a los plurinominales
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