RENAUT y el robo de identidad

El Registro Nacional de Usuarios de la Telefonía Celular (RENAUT), más allá de sus nobles propósitos, se convirtió en una tomadura de pelo a la nación mexicana, impactada por la ola de violencia que azota dramáticamente el territorio nacional, donde las extorsiones y secuestros son el pan de cada día.

Estos delitos, a pesar de lo que diga el gobierno, se han venido multiplicando con la operación en todo el país de más de 900 bandas de extorsionadores y secuestradores que usan la telefonía celular como la principal herramienta para cometer sus fechorías, y para quienes la reforma a la Ley Federal de Telecomunicaciones, que dio vida al RENAUT, las tiene sin cuidado, con todo y el petate de la pena de muerte que el Partido Verde Ecologista sigue explotando con fines electoreros con el objetivo de disuadir al crimen organizado, que ya probó fehacientemente, estar mejor organizado que el gobierno.

Es del dominio público que esas leyes con efecto placebo, surgidas en medio del dramático escándalo de la violencia, no persiguen otro fin, más que atenuar con golpes sicológicos y mediáticos que los poderes Ejecutivo y Legislativo están contribuyendo a fortalecer la Seguridad Pública.

Lo importante en el cumplimiento de ese objetivo, según el gobierno federal, es hacer que la gente sepa que se está trabajando y legislando a su favor, aunque los resultados no sean los esperados.

El plazo fatal para el registro de teléfonos celulares ante el RENAUT venció este sábado, dando la COFETEL una cifra manipulada como la que sí cumplió, es decir, poco más del 70 por ciento de la población que cuenta con teléfono celular. Faltando alrededor de 25 millones de usuarios que no ven ninguna garantía en la protección de sus datos personales y temen con toda razón, que la base de datos del RENAUT, igual como sucedió con el RENAVE y el IFE, pueda ser usada para otros fines, teniendo en cuenta que en México no existe el delito de robo de identidad.

La ley marca que los requisitos para inscribirse en el RENAUT son, además de la credencial del elector o la CURP, el comprobante de domicilio y la impresión de la huella dactilar directamente en tinta o plasmada de manera electrónica, lo cual deja de manifiesto que tendrán todos los datos personales de quienes cumplieron con ella, y resulta una jugosa base de datos que seguramente será vendida al mejor postor, una vez que pase toda esta euforia mediática.

Si no, entonces ¿para qué servirá esa base de datos? Si sabemos que los señores de la delincuencia no registraron los celulares en su poder y seguirán operando impunemente como hasta ahora lo han venido haciendo.

No dude que el día de mañana, en las secciones de avisos de los diarios, aparezcan anuncios donde se venden celulares con registro, o que, incluso, un vivales le modificará el chip del celular y se lo desbloqueará para que lo pueda seguir utilizando, mediante una módica suma.

Culpar del fracaso del RENAUT a problemas en el diseño del registro, a las dificultades para verificar la certeza de la información que se registra, a los plazos insuficientes, a las fallas en la comunicación del proyecto y a la baja respuesta de la sociedad es el insultante reflejo de un Estado fallido acostumbrado a legislar para que todo siga igual.

Las campañas orquestadas desde las redes sociales para no registrar los teléfonos celulares, sin lugar a dudas, tuvieron más efecto que la publicidad fallida de las empresas telefónicas que llamaron a registrarlos.

Si el RENAUT surgió como parte del Acuerdo Nacional por la Seguridad, la Justicia y la Legalidad desde 2008, con el objetivo de conformar una base de datos como una medida para combatir las amenazas, extorsiones y secuestros, sencillamente no funcionó. JAV