Lo cierto es que hay dudas, muchas

Con más dudas que certezas, el caso de la muerte de la pequeña Paulette Gebara Farah se enreda día a día. La ineptitud de la Procuraduría del Estado de México da pie a la especulación y el linchamiento público, y el fallecimiento de la menor parece estar lejos, muy lejos de esclarecerse.

Hoy, la opinión pública ha condenado ya a la madre de Paulette. En los medios de comunicación y las redes sociales muchos se han erigido en especialistas en análisis de conducta y, alimentados por el morbo, han lanzado teorías sin sustento alguno o prueba de por medio, que convierten a Lisette Farah en responsable de la muerte de la menor de 4 años.

Y podría ser, el problema es que hasta este momento no hay una sola prueba que la inculpe. Y por tanto, resulta irresponsable juzgar a la madre de la pequeña o a cualquiera de quienes han sido señalados.

No se trata de defender o culpar a nadie. Es cuestión de simple respeto. La presunción de inocencia es un derecho y los medios no debemos constituirnos en tribunal.

Cómo sea, saltan a la vista las inconsistencias del caso. La investigación, o lo que conocemos de ella, no tiene pies ni cabeza. El Procurador mexiquense, Alberto Bazbaz, ya con el espaldarazo del gobernador Enrique Peña Nieto en el caso, se ha mostrado timorato e incapaz, y ha exhibido las limitaciones y torpezas de la dependencia que encabeza.

Según los exámenes psicológicos que se encuentran en el documento oficial que consta en la averiguación previa realizada por peritos de la Procuraduría del Estado de México, Lisette Farah es una mujer fría, astuta, calculadora y dominadora que no se muestra afectada por la tragedia. Pero, ojo, la madre de la pequeña Paulette puede tener todos los defectos que se quiera, pero eso no la convierte en asesina de su hija.

Por el contrario, el análisis de conducta del esposo, Mauricio Gebara, lo señala como alguien de carácter débil, fácilmente manipulable y sometido a Lisette. Nada de eso lo hace culpable, tampoco.

El vacío informativo que Bazbaz y la Procuraduría se han encargado de construir, se ha llenado con una serie de especulaciones. El Procurador mexiquense no parece tener la menor idea de por dónde conduce la investigación. Arraiga y desarraiga “indiciados”. Acusa y luego desacusa. Da hipótesis y luego se desdice. Y ahora, desesperado y con una averiguación en la que ha hecho el ridículo, apela a la “ciencia” para resolver un caso judicial.

Alberto Bazbaz tiene encima a los medios de comunicación y no da muestras de capacidad. ¿Esa es la carta fuerte de Peña Nieto en materia de seguridad? Valiente Procurador…

Muchas dudas, pocas certezas.

¿Cuándo murió la menor? Los médicos forenses establecen que pudo haber sido entre el 22 y el 27 de marzo. Es tan amplio el margen que no resulta de utilidad.

¿El cuerpo estuvo dentro del departamento? Es difícil creer que haya permanecido 10 días al pie de su cama. Esta fue tendida en varias ocasiones, sobre ella se hicieron entrevistas e incluso una amiga de la madre durmió en ella.

¿El cuerpo fue sembrado aún y cuando había vigilancia policiaca en el lugar? Imposible afirmarlo, pero resulta más lógico, de otra forma cómo explicar que el cuerpo no hubiera sido ubicado.

¿Quiénes son investigados? Ni la Procuraduría lo sabe. Hace unos días revelaron que además de los padres y las dos niñeras, se investigaba a la abuela, a una amiga y al entrenador físico de Lisette. Pero nunca se les llamó.

¿La pequeña fue asesinada? Sabemos que Paulette murió de asfixia, pero, según ha declarado Bazbaz, el cuerpo no mostraba señales de violencia o resistencia, ¿entonces?

¿Es confiable la investigación? No. Esa es la única certeza, ah y que Alberto Bazbaz no está capacitado para dirigir la Procuraduría mexiquense.

Más allá de la torpeza de quienes en teoría procuran la justicia en el Estado de México parece que estamos frente a un caso, otro más, salpicado por la impunidad y la corrupción gubernamental. JAV