Y después de la marcha ¿qué?

Seamos objetivos ¿qué busca, qué pretende Rodrigo Medina lograr con la manifestación a la que está convocando? ¿Busca legitimarse como gobernador? ¿O quiere pedirles a los asesinos y mafiosos que ya se estén quietos? ¿O quiere demostrar que puede movilizar acarreados cuando se le da la gana?

Si la respuesta a estas interrogantes es negativa, entonces no sabemos cuál es el objeto de hacer la convocatoria de marras considerando que Rodrigo es el gobernador, no un ciudadano que debe buscar el liderazgo popular.

Tan sencillo que es pagarle a las televisoras locales publireportajes o notas favorables que hablen bien de su gobierno y de las acciones (¿?) que está emprendiendo a favor de los nuevoleoneses. Y punto.

Mientras tanto, no pocos habitantes de Nuevo León con temor se están preguntando si volverán los días en los que la gente se podía sentir segura. Aquellos tiempos que hacían pensar que estábamos lejos de parecernos al Distrito Federal.
Desde hace algunos años, la relativa tranquilidad de la que los regios presumían, a pesar de vivir en una de las metrópolis más pobladas de México, ha dejado de existir. No sólo han aumentado anualmente los índices delictivos, en general, sino también ha crecido la percepción de inseguridad entre la sociedad.

Las estadísticas, oficiales y no, han revelado incrementos sustanciales en diversos tipos de delito como robos, asesinatos y secuestros, todos del orden común, o sea, de la responsabilidad del gobierno que encabeza Rodrigo Medina, no del fuero federal.

Si se revisan las estadísticas realizadas por organizaciones como el Instituto Ciudadano de Estudios sobre la Inseguridad, se podrá apreciar la tendencia alcista en cuanto a la incidencia criminal en Nuevo León. Y sólo de aquellos delitos del fuero común. Habría que considerar también la presencia del crimen organizado en la entidad.

Sobre la percepción de la inseguridad, buena parte de ella relacionada con la constante difusión mediática de datos y de casos, baste decir que todas las encuestas a ciudadanos revelan este fenómeno como el más preocupante.

Semejantes hechos nos hacen regresar a las preguntas formuladas al inicio de esta entrega. Las respuestas, a juzgar por las declaraciones de Rodrigo Medina, quien sí está obligado a garantizar nuestra seguridad, es absolutamente desalentadora.

De los alcaldes metropolitanos mejor ni hablar, los pobres no dan pie con bola, empezando con Fernando Larrazabal, quien se la pasa diciendo lo mismo, que “ya mero”, que “ahora sí”, que “falta poco”, que “esta semana”, va a depurar las filas de la tristemente célebre Policía Regia, pero nada que hace el más mínimo intento de cumplirle a la sociedad regiomontana.

Millones de nuevoleoneses esperan que Rodrigo Medina haga su chamba, como mínimamente le corresponde para ofrecerle tranquilidad y seguridad a la población, pues éstas no van a llegar con sólo desearlo, o peor aún, con marchas públicas y pago de desplegados y tiempo aire en las televisoras y las radiodifusoras locales. Ya lo hemos dicho, hacen falta acciones contundentes y estrategias eficaces.

Ahora que ha saltado de nuevo a la palestra, el ex secretario de Seguridad en Nuevo León, el controvertido Aldo Fasci, vienen a nuestra mente aquellas declaraciones que causaron escozor en más de uno, pero que ante los acontecimientos que estamos viviendo, podrían rescatarse ante los pobres resultados que están dando el Gobierno estatal y las administraciones municipales en el combate al crimen, quizá convenga atender la recomendación que hacía en su momento Fasci….“con que la gente nos ayude a cuidar su patrimonio, a cuidar su domicilio”. Una especie de “cuídate que yo no te cuidaré”. Es lo que estamos haciendo señor Medina, no nos queda de otra a estas alturas.

Para nuestra desgracia, el imberbe Gobernador de Nuevo León no está asumiendo la grave responsabilidad que tiene en materia de seguridad y que no ha cumplido cabalmente. Antes bien, pretende escudarse con el “apoyo popular” de acarreados que acudirán sin duda a la marcha del domingo. Ah, y la cobertura total por parte de los medios de comunicación localitos, esos que nunca faltan y que se golpean el pecho diciendo que tienen la “obligación social” de informar al público. Claro, lo que a ellos convenga. JAV