Inseguridad Pública

Es muy cuestionable la actitud pasiva que ha asumido Rodrigo Medina de la Cruz, el bisoño gobernador de Nuevo León, la entidad federativa que contribuye con más del 5 por ciento del Producto Interno Bruto del país. Y nos referimos al hecho de mantener en el cargo a otro novel personaje, Carlos Jáuregui Hintze, sí, el ingeniero en alimentos metido a “experto” en seguridad.

Independientemente si votamos por él o no, si somos afines al PRI o no, el caso es que Medina de la Cruz está demostrando insensibilidad política al no despedir a este personaje de un puesto que requiere de conocimiento, experiencia, arrojo, valor, gallardía, coraje, compromiso, entre muchos otros valores de los que evidentemente carece Jáuregui Hintze, quien ha demostrado en estos más de cinco meses que lleva en el cargo, que no tiene la más mínima idea de lo que es tener esa gran responsabilidad, y más en estos momentos de crisis cuando estamos literalmente en manos de los delincuentes padeciendo la violencia en todas sus vertientes a lo largo y ancho del territorio nuevoleonés, al margen de lo que está sucediendo en Tamaulipas y en otros escenarios de nuestro querido país.

Recordamos la justificación que dio Medina de la Cruz cuando anunció el nombramiento de Jáuregui Hintze: "Dejó la posición cómoda de la opinión y de la crítica, y dio un paso afirmativo para aportar su cuota y cambiar a este Estado. Es un ingeniero experto en procesos y en calidad, y aquí hay que hacer un gran esfuerzo para cambiar los procesos dentro de la institución". Así justificó la designación de un inexperto para cumplir una función de experto, en cuya ejecución impecable nos va la vida a todos los nuevoleoneses, incluidos el bisoño gobernador y su familia.

No tenemos la menor duda de la probidad personal de Jáuregui Hintze. Lo que sí tenemos, porque los hechos hablan por sí solos, son pruebas de su absoluta incompetencia como secretario de Seguridad Pública de Nuevo León, que hoy lo es de Inseguridad Pública, por lo visto. Su interés ciudadano preocupado en los temas de gobierno, especialmente si quiere usted el de la seguridad pública, demostrado por Jáuregui en el pasado cercano, no lo habilita ni siquiera como tránsito de crucero.

Ni por asomo posee el nuevo secretario estatal de Inseguridad la capacidad y la experiencia requeridas para promover, vigilar, controlar y mandar al ejército de hombres que hoy integran la fuerza pública armada del Gobierno de Nuevo León y las diversas instancias que forman esa área de mando, entre ellas las peligrosas prisiones.

Gracias a este colosal desacierto de Medina de la Cruz, la paz nuevoleonesa, de la cual muchos nos sentíamos orgullosos, es, por lo pronto, asunto perdido e irrecuperable que cabrá en las historias de los futuros abuelos a sus nietos quienes asombrados no podrán creer que aquí era un oasis en medio de la inseguridad y la violencia nacional.