La visita que está haciendo el presidente Felipe Calderón a Washington se da en un contexto difícil, complicado; sin embargo, vimos que por lo menos hubo coincidencia en los discursos de Calderón y Obama. Aunque hay que reconocer, también, que después de tantos años no se entiende por qué, a pesar de que hay tantas coincidencias, en los hechos éstas no se dan.
Hubo una ceremonia de recepción muy amable por parte de la Casa Blanca, el discurso del presidente Obama fue muy cálido y cariñoso, pero no pasa de las formas.
Por otro lado, el discurso del presidente Calderón se percibió serio, sereno, con cierta responsabilidad, planteando temas como el de Arizona, el de la migración, el del narcotráfico y el de la seguridad. Quizá fue un poco más al fondo rebasando un tanto las formas.
Se escuchó el discurso de mayor empatía que se recuerde entre dos presidentes, quizá de la mano con aquella etapa de Clinton con la parte final de Salinas y de Clinton con Zedillo. Insisto en que se escuchó en los discursos de los presidentes, la buena voluntad para resolver los problemas, pero pasan los años, pasan las cumbres, pasan los presidentes y los problemas son los mismos.
Ahora hay que poner a trabajar a todas las instancias de ambas administraciones con gran responsabilidad y con ganas de hacer las cosas.
Una buena oportunidad, quizá, se de en las próximas dos o tres semanas cuando se celebre la Reunión Interparlamentaria México-Estados Unidos, en Campeche, donde se tiene que continuar con temas como la Ley Arizona y la preocupación por el tema de las leyes migratorias.
Mientras tanto, algunos diputados y senadores de México se reunieron ayer mismo en el Capitolio con 21 legisladores demócratas, donde aparentemente reinó un buen ambiente para las tareas de colaboración entre ambos Congresos y un buen ambiente en contra de la legislación de Arizona. Pero el ambiente, la disposición, la amabilidad y hasta la chacotería no es suficiente.
De hecho, cuando hay una mala química entre los presidentes de México y de los Estados Unidos irremediablemente se genera falta de acuerdos elementales. No obstante, se observa una buena química entre Calderón y Obama para entrar en materia de los problemas complejos que tienen los dos países. Esta es la primera y última oportunidad para que Calderón la aproveche.
Claro, sin embargo, que la química no es suficiente si no va acompañada de las acciones y del ejercicio de seguimiento, y de la voluntad política de poner en el terreno de los hechos las acciones.
Todos sabemos que existe una situación compleja para el presidente Calderón en México: no la tiene fácil y enfrenta situaciones muy complejas; por su parte, Obama enfrenta una contraofensiva de la ultraderecha norteamericana agrupada que pretende desbarrancar su gobierno.
Por ello, se insiste, las conversaciones de los dos presidentes deben continuar con una buena operación política por parte de los miembros de cada administración y de ambos congresos.
Este esfuerzo debe pasar de los discursos amables, de las ceremonias suntuosas y de los actos públicos lucidores. Ahora más que nunca se requiere que México y los Estados Unidos pongan especial énfasis en dos problemáticas que atañen y afectan a los dos países: el narcotráfico y el asunto de inmigración. JAV
Hubo una ceremonia de recepción muy amable por parte de la Casa Blanca, el discurso del presidente Obama fue muy cálido y cariñoso, pero no pasa de las formas.
Por otro lado, el discurso del presidente Calderón se percibió serio, sereno, con cierta responsabilidad, planteando temas como el de Arizona, el de la migración, el del narcotráfico y el de la seguridad. Quizá fue un poco más al fondo rebasando un tanto las formas.
Se escuchó el discurso de mayor empatía que se recuerde entre dos presidentes, quizá de la mano con aquella etapa de Clinton con la parte final de Salinas y de Clinton con Zedillo. Insisto en que se escuchó en los discursos de los presidentes, la buena voluntad para resolver los problemas, pero pasan los años, pasan las cumbres, pasan los presidentes y los problemas son los mismos.
Ahora hay que poner a trabajar a todas las instancias de ambas administraciones con gran responsabilidad y con ganas de hacer las cosas.
Una buena oportunidad, quizá, se de en las próximas dos o tres semanas cuando se celebre la Reunión Interparlamentaria México-Estados Unidos, en Campeche, donde se tiene que continuar con temas como la Ley Arizona y la preocupación por el tema de las leyes migratorias.
Mientras tanto, algunos diputados y senadores de México se reunieron ayer mismo en el Capitolio con 21 legisladores demócratas, donde aparentemente reinó un buen ambiente para las tareas de colaboración entre ambos Congresos y un buen ambiente en contra de la legislación de Arizona. Pero el ambiente, la disposición, la amabilidad y hasta la chacotería no es suficiente.
De hecho, cuando hay una mala química entre los presidentes de México y de los Estados Unidos irremediablemente se genera falta de acuerdos elementales. No obstante, se observa una buena química entre Calderón y Obama para entrar en materia de los problemas complejos que tienen los dos países. Esta es la primera y última oportunidad para que Calderón la aproveche.
Claro, sin embargo, que la química no es suficiente si no va acompañada de las acciones y del ejercicio de seguimiento, y de la voluntad política de poner en el terreno de los hechos las acciones.
Todos sabemos que existe una situación compleja para el presidente Calderón en México: no la tiene fácil y enfrenta situaciones muy complejas; por su parte, Obama enfrenta una contraofensiva de la ultraderecha norteamericana agrupada que pretende desbarrancar su gobierno.
Por ello, se insiste, las conversaciones de los dos presidentes deben continuar con una buena operación política por parte de los miembros de cada administración y de ambos congresos.
Este esfuerzo debe pasar de los discursos amables, de las ceremonias suntuosas y de los actos públicos lucidores. Ahora más que nunca se requiere que México y los Estados Unidos pongan especial énfasis en dos problemáticas que atañen y afectan a los dos países: el narcotráfico y el asunto de inmigración. JAV
1 comentario:
Todos sabemos que las visitas presidenciales son solamente de protocolo, pero no se espera nunca nada nuevo, ni se van a pelear los presidentes, ni se van a criticar, ni tampoco van a hacer anuncios espectaculares.
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